miércoles, 1 de abril de 2015

Comunicación y conciencia


La comunicación es un fenómeno constitutivo del ser humano. Su capacidad de pensamiento y de lenguaje solo se desarrolla gracias a sus intercambios con sus semejantes, y con ello también se desarrolla su conciencia. 

El desarrollo, en los homínidos, de facultades de fonación y de áreas cerebrales especializadas (áreas de Broca y de Wernicke) para la producción, organización y memorización de los sonidos del lenguaje sería el que permitió la emergencia de una conciencia de orden superior (Ver Figura siguiente). Estas áreas ligan entre sí las áreas auditivas, motoras y conceptuales, facilitando nuevas conexiones reeentrantes y permitiendo el desarrollo de un nuevo tipo de memoria, el que efectúa recategorizaciones a partir de los fonemas y entre ellos y las otras categorizaciones ya existentes. Es fácil ver cómo se puede haber desarrollado esta capacidad, primero en un lenguaje muy rudimentario y luego en sistemas lingüísticos con una sintaxis más compleja, permitiendo al mismo tiempo el desarrollo de la dimension semántica (Edelman, "Biología de la Conciencia", p.200). 



La puesta en relación de señales de entrada (percepción) con recuerdos de actos y recompensas pasados produce una actividad cerebral que corresponde a la llamada "conciencia primaria" o sea al despertar o reorientación de la atención hacia las señales para producir su evaluación en términos de posible peligro o beneficio. Correlaciona lo percibido con la experiencia adquirida y pondera su valor. Esta será la guía básica para un nuevo aprendizaje y un medio eficaz para corregir posibles errores de comportamiento. 


Gracias a la facultad de conservación (memoria), el aprendizaje del lenguaje y los otros aprendizajes posteriores están íntimamente relacionados con el desarrollo de la conciencia por cuanto el "decirse a sí-mismo" lo que se percibe conduce a nuevos niveles de conciencia. De la conciencia de los objetos se pasa a la conciencia de sí-mismo (y de su conocimiento), luego a la conciencia del pensamiento y finalmente a la conciencia de la conciencia, como explicó muy bien Edgar Morin ("El método - 3: La conciencia de la conciencia"). 



El gráfico tambien muestra que este desarrollo interno no ocurre en el vacío: supone la existencia de la inteligencia y de la noosfera o cultura ambas compartidas por toda la especie. 


El concepto de noosfera fue introducido por el paleontólogo francés Pierre Teilhard de Chardin hace 50 años:

    “La noosfera es una película casi imperceptible si se la compara con las magnitudes astrales. En realidad, esta delgada superficie es nada menos que la forma más progresiva bajo la que nos es dado comprender y contemplar la energía universal. En esta envoltura tenue pasa la esencia de las inmensidades que bordea: la nota superior alcanzada por la vibración de los mundos.” ("La energía humana", p.131 en la 2a edición en español)
La aparición de las redes de comunicación y la importancia creciente de la información en la cultura y la economía no son meros fenómenos casuales sino -a juicio de Teilhard- el producto de una ley evolutiva. El mismo concepto inspiró después a Marshall McLuhan ("La aldea global") y Alvin Toffler ("La tercera ola" y "El cambio del poder"). 

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