La célula viva, para sobrevivir, debe "observar" su entorno y ajustarse a él. El sistema nervioso cumple esta función para el ser humano como conjunto vivo complejo. Para sobrevivir debemos, o bien ajustarnos a nuestro medio ambiente o bien modificar este para que no nos afecte. Para poder hacerlo, el sistema nervioso dispone de dos sistemas adjuntos: el de los órganos de percepción, que observan el entorno, y el de los órganos motores, que pueden actuar sobre éste.
Pero el medio ambiente cambia a cada instante y podría fácilmente ofrecer condiciones perjudiciales. Por esta razón, la observación del entorno es una función absolutamente vital, por la cual los órganos de percepción están siempre "al acecho".
Esto es válido tanto para las condiciones externas físicas como psicológicas. Los cambios físicos externos que nos puedan afectar en forma directa son relativamente poco frecuentes en comparación con los cambios psicológicos (salvo en esta época de pandemia por cierto). Y estos últimos son esencialmente los que corresponden a las comunicaciones sociales.
La interacción de los individuos sociales entre sí y con el entorno genera en cada uno cambios de estado inevitables, formando una historia de interacciones, base del aprendizaje, del desarrollo de conductas coherentes y de un sistema de organización social ("acoplamiento social", en términos de Maturana y Varela) basado en la comunicación.
Como consecuencia, es propio de la condición humana estar atento a las noticias, que nos pueden informar de condiciones externas que nos pueden afectar de múltiples formas, como es el caso de las decisiones políticas. La actual pandemia ha hecho muy patente el efecto de estas decisiones, desde las regulaciones en materia de control sanitario hasta la mitigación de los perversos efectos económicos de las restricciones impuestas.
Existe sin embargo una diferencia importante entre los cambios físicos en el entorno inmediato y los cambios en la dimensión social. Podemos libremente atenderlos o no. Y, en muchos casos, como los de tipo político, depende de nosotros buscarlos o no. En las comunicaciones interpersonales, se trata sólo de prestar atención o no. Pero, en las comunicaciones digitales, un esfuerzo de voluntad es necesario, sin duda mínimo si estamos suscritos a una red social o un medio de prensa, pero más importante si no lo estamos. La evolución de la pandemia ha mostrado que no todos tienen la posibilidad de hacerlo (por falta de recursos para contar con una conexión a Internet, por ejemplo) y otros no ven los noticieros de televisión o, ni siquiera, los escuchan en la radio, lo cual, en las actuales circunstancias, dadas las posibles consecuencias, es contrario tanto a la regla natural de autoprotección como al civismo.
Hay algunos indicios de que este tipo de desafección es más frecuente entre los jóvenes (no están "ni ahí"), pero éste es un tema interesante para una mayor investigación. En estos casos, un choque externo, como el arresto en una fiesta clandestina o - más dramáticamente - el enfermarse, es generalmente necesario para restablecer el "orden mental" correcto. Aún así, hemos visto casos de personas contagiadas que insisten en desconocer la realidad y poner en riesgo a los demás, lo cual, sin duda, corresponde a casos patológicos.
Para profundizar:
Comunicación y conocimiento: Desafíos de la era digital, Colección "Mundo Digital" de Revista Mediterránea de Comunicación, 2012 (PDF, ePub, Mobi)
Internet, la comunicación y el conocimiento. Teoría y hechos actuales comentados.
miércoles, 28 de abril de 2021
El cerebro "ama" las noticias
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