martes, 7 de julio de 2020

La comunicación del futuro

El francés Robert Fournier, profesor de lingüística en la Universidad de Carlton (Ottawa, Canadá), publicó en 2017 un interesante libro sobre el futuro, quizás lejano, de la comunicación interpersonal. Parte resumiendo la historia del lenguaje y conceptos básicos de semiótica, para considerar luego los conceptos de noosfera y de cerebro mundial así como conceptos básicos de física cuántica, para terminar con las TIC y el futuro esperable. También aborda brevemente las distintas teorías acerca de las relaciones cuerpo-mente que he expuesto en mi libro "La ciencia y el espíritu" en 2016.

En una primera parte expondré las principales ideas de Fournier mientras en una segunda profundizaré, a partir de otras fuentes, algunos de los aspectos que trata o ignora.

PRIMERA PARTE

Fournier estima que
    "La humanidad aún se encuentra en la Edad de Piedra de la comunicación; el lenguaje de signos, ya sea vocal o no, es extremadamente primitivo; los articuladores vocales y no vocales con los que la humanidad se ha comunicado durante al menos 35.000 años, son solo a falta de una mejor solución, y finalmente estos articuladores fisiológicos deberían luego dar paso a otros más potentes y mejor adaptados a nivel cerebral." (Fournier, p.14).
Estima que la telepatía deberá reemplazar - o lograr la supremacía sobre - nuestro lenguaje actual "como el lenguaje signado reemplazó hace 35.000 años el lenguaje no-signado", aunque es imposible predecir dentro de cuantos años (ibidem). Ya se observan los primeros pasos en esta dirección, con las experiencias de comunicación de cerebro a cerebro con la mediación de sistemas de exploración cerebral y computadores, como los de un equipo de investigadores de la firma de robótica y neurociencia Starlab en Barcelona, asociado con otros investigadores de la compañía francesa Axilum Robotics, que dicen haber transmitido un simple mensaje mental entre dos personas separadas por más de 8.000 kilómetros (Grau & alt., 2014).

Pero la comunicación directa de cerebro a cerebro mediante telepatía o mediada por sistemas tecnológicos como los recién señalados obliga a identificar articuladores y articulaciones para-linguisticos nuevos, un área aún poco explorada en sí-misma pero tributaria de los estudios sobre la formación de los conceptos, es decir de las ciencias cognitivas (área que no explora Fournier).

"La comunicación es, en cierto modo, teletransportar información de un cerebro a otro" dice (Fournier, p.15), lo que puede hacerse de múltiples maneras. Pero se trata siempre de hacer llegar el "contenido" de un cerebro (el pensamiento) a otro cerebro o, como dice, "de proyectarse en el cerebro de otro" (ibidem). Como lo recalcó Pinker (1994), la palabra es, hasta ahora, el medio más rápido para lograrlo. Pero no es indispensable para expresar el pensamiento.
    "Los lenguajes de signos también nos enseñan algo más: la frontera entre la expresión de emociones, ideas, mente y todo el ser es delgada y, a todos los fines prácticos, son inexistentes. La autoexpresión pasa por la expresión del cuerpo; el lenguaje pertenece al cuerpo y emerge de la totalidad del individuo. [...] Los idiomas de signos, a su vez, por un noble retorno, irónicamente, nos hacen ver la gran flexibilidad y riqueza de la mente humana y nos obligan a redefinir lo que pensamos que ya sabíamos. [...] El lenguaje no es, como la lingüística siempre ha querido hacernos creer, reducible a un inquilino de órganos ubicados entre los pulmones y la punta de los labios."  (Fournier, p.17)
Así, una teoría de la comunicación humana requiere una "teoría global y unificada del comportamiento humano" (ibidem), lo que creo haber mostrado - quizás no muy explícitamente - en mi libro "Teoría cognitiva sistémica de la comunicación" (2002).

La elaboración del pensamiento es tributaria, en un momento dado, del desarrollo del lenguaje verbal.
    "El mero hecho de observar los movimientos del habla, e incluso las imágenes de una boca que pronuncia un sonido, activa el sistema espejo, incluyendo el área de Broca (Calvert y Campbell, 2003). Esto es consistente con la idea de que el discurso podría haber evolucionado a partir de elementos visuales, incluidos los movimientos de la cara. Es probable, agrega Corballis, que se haya incorporado la vocalización en el sistema espejo de los humanos, y probablemente solo de los humanos, de nuestros antepasados ​​homínidos (Ploog, 2002), proporcionando así el  mecanismo de la teoría motora de la percepción del habla («motor theory of speech perception»)." (Fournier, p.27)
En el caso de los no-oyentes, por cierto, se trataría de su equivalente visual (gestual), lo que demuestra la posibilidad de múltiples posibles articuladores y la existencia de un "soporte" cerebral común a todas las formas de expresión mental. Quedaría por verificar que un hablante pudiera comunicarse mentalmente - de cerebro a cerebro - con un no-oyente y que, del mismo modo, pudieran comunicarse quienes se expresan en diferentes idiomas. Éste, si es posible, sería el próximo paso en las comunicaciones sociales.
    "En la serie original de Star Trek, la fusión mental es una técnica telepática que le permite a un vulcano fusionar su cerebro con el contenido del cerebro de otra persona mediante el uso de manipulaciones digitales en las sienes del cráneo del individuo, a veces acompañado de sugerencias hipnóticas, como "Mi cerebro en tu cerebro, mis pensamientos en tus pensamientos"." (p.37)
Greg J. Stephens, Lauren J. Silbert y Uri Hasson, en un trabajo titulado "Speaker–listener neural coupling underlies successfull communication" explican que se produce un "acoplamiento neuronal", una sincronización, entre participantes en una conversación, y este "acoplamiento" podría ser la clave para una comunicación efectiva (Fournier, p.38),
    "La escritura es un invento relativamente reciente: mientras que los humanos han usado lenguaje articulado por más de 100.000 años; solo han estado escribiendo durante aproximadamente 6.000 años. [...] Uno puede imaginar fácilmente que en menos de cien años ya no escribiremos a mano o a máquina." (p.44)
De las 7097 lenguas existentes según Lewis, solo 200 cuentan con una forma escrita.
    "La escritura aún permanece, a pesar de los avances tecnológicos, dependiente del habla, que por su parte está en las garras, por falta de algo mejor, de los articuladores de voz." (p.48)
Teilhard de Chardin, en su estudio de la evolución humana y de la construcción de la "noosfera", esfera del conocimiento compartido, de futura unión psíquica, que los medios modernos de comunicación empezaron a desarrollar vertiginosamente, aludió a la telepatía como posible futuro de la "sintonización de los cerebros":
    "Pienso primero en la extraordinaria red de comunicaciones radiofónicas y televisivas que, tal vez anticipando una sintonización directa de los cerebros por medio de las fuerzas misteriosas de la telepatía, actualmente nos conectan a todos en una especie de conciencia "etérea"." (Teilhard, 1959, p.190)
Es el lenguaje el que nos permitió pasar de la evolución biológica a la evolución mental. "Estamos navegando hacia un punto de superconciencia telepática global total." (Fournier, p.68).
    "La próxima gran revolución no será tecnológica, no, será cerebral, evolucionará la mente humana. Cuando miras la evolución humana, la comunicación no escrita ha cambiado poco: se ha mantenido gestual, de la mano a la boca, como señala Corballis en el título de su libro (From hand to mouth: The origins of language. Princeto University Press, 2002). Mi predicción es que esta próxima revolución liberará el lenguaje de su modo de articulacion milenario." (p.71)
Fournier rinde cuenta del "Global Consciousness Project" (GCP) de la Universidad de Princeton, que "trata de evaluar, por métodos estadísticos, la posibilidad de la existencia de lazos particulares entre el cerebro y la materia, y más generalmente de la existencia de una conciencia planetaria" (p.80). Para este fin, "el GCP intentaba demostrar que existe una correlación fuerte entre  la generación de números aleatorios y emociones colectivas intensas experimentadas durante importantes eventos mundiales" (p.80). Los análisis estadísticos mostraron que la reacción humana masiva puede causar cambios pequeños pero estadísticamente significativos. La verificación más sensacional fue la posterior al ataque a los torres gemelas de Nueva York en 2001, vistas por millones de personas de todo el mundo.
    "Lo que es fascinante para los investigadores del GCP, es que de manera más o menos correspondiente, durante este día trágico, su red global de dispositivos electrónicos GNA estaba transmitiendo un patrón de resultados inusuales, que mostraron variaciones sustanciales no atribuibles a la posibilidad de varios parámetros estadísticos, donde no hubieran esperado normalmente ninguna. La tendencia, que habría comenzado en el momento del ataque al WTC, se habría maximizado 51 horas más tarde, lo que los investigadores dicen es estadísticamente improbable, según el análisis de las muestras iterativas anteriores.
    Las correlaciones inesperadas muy fuertes en los análisis obtenidos gracias a la red de GNA y este "evento global" muestra la posibilidad de que los instrumentos fueron capaces de capturar realmente la intensidad de las reacciones muy vivas que el evento despertó, y además, en general, sería una indicación manifiesto de una conciencia planetaria colectiva en el curso de su constitución." (p.82)
La acción de esta suma de mentes sobre un sistema informático invita sin duda a considerar e investigar las hipótesis sobre las relaciones entre el espíritu (la mente) y la materia.  El "contagio emocional" era conocido desde los primeros estudios de psicología de las masas, pero que pueda producirse a escala planetaria e influenciar sistemas informáticos es un descubrimiento que, si bien requiere aún un mayor estudio, parece confirmar la hipótesis de Teilhard de Chardin sobre la conformación de una "conciencia planetaria" y de algún tipo de emisión que escapa a los sistemas de detección conocidos actualmente. La captación por el recién nacido del estado emocional de su madre es sin duda un indicio de una capacidad inscrita en nuestra biología, que es la que explica el contagio emocional tanto en fenómenos de masa como en intercambios cara-a-cara, que las TIC parecen extender (pp.83-84). "Por lo tanto, me parece justificado considerar el contagio cognitivo y el contagio emocional como actuando de la mano en el meta-sistema teleportático considerado globalmente en este trabajo" concluye Fournier (p.85), que recuerda también las innumerables experiencias en que pensamos en alguien que segundos o minutos después nos llama por teléfono, de sentir que uno es observado y, al darse vuelta, encontrar la mirada de otra persona (fenómeno llamado escopestesia). Las experiencias de  Sheldrake y colegas, respetando estrictos protocolos científicos, han confirmado estadísticamente esta realidad tanto en el caso de los llamados telefónicos como de los e-mails (p.86; ver bibliografía).
    "La hipótesis de Sheldrake sobre la escopestesia se basa en el postulado de la existencia de campos perceptuales que relacionan al observador con la persona observada. Estos campos perceptuales no están confinados al cerebro, donde se sienten, sino que ejercen su influye mucho más allá del cerebro en el mundo exterior, y están estrechamente relacionados con acciones y actividades corporales. La única forma de explicar, si lo cree, la escopestesia, sostiene Sheldrake, es postular un efecto mental no local donde la atención a la representación de otra persona en su propio cerebro influye remotamente en esta persona mediante un mecanismo, aún desconocido, pero similar a una forma de telepatía, con efecto cuántico." (Fournier, p.91)
El concepto de "campo" es común en física pero también ha ingresado en biología molecular y del desarrollo, que habla de "campos mórficos", los cuales incluyen los campos perceptuales, los comportamentales y los sociales. Los campos perceptuales forman un sistema de proyecciones perceptivas que permiten las interacciones de un individuo y otro. Los campos comportamentales son los responsables de la organización del comportamiento, los sociales de la coordinación de los actividades sociales. Las experiencias de comunicación de cerebro a cerebro operan basándose en una combinación de campos físicos y biológicos: las neuronas tienen una actividad quimioeléctrica -un campo biofísico-  que es la que se detecta, analiza y transmite.

Los campos mórficos no solo relacionan entre-sí diversas áreas del cerebro y las organizan: unen de alguna forma el observador con lo observado y, así, el campo mórfico de una persona podría interactuar con el de otra persona, según postula Sheldrake. Cierto tipo de comunicación telepática parece por lo tanto tener una base innegable, asumida ya por múltiples científicos que se han atrevido a incursionar en lo "parapsíquico", encontrando en la física cuántica una posible base explicativa de la relación entre el cerebro, la mente y la conciencia humana. De hecho, un equipo de científicos de la Charles R. Drew University of Medecine and Science (Los Angeles) y de la Geffen School of Medecine (UCLA) ha identificado un modo de comunicación entre las células nerviosas sin contacto físico o biológico, a través de barreras físicas, que toma la forma de un modo de comunicación telepática entre estas células (Chaban & alt.).

Peter Russell forjó el concepto de "cerebro global" en 1982, una utopía que se vió de algún modo llevada a la realidad con el desarrollo y crecimiento de internet y de la World Wide Web: (casi) todos los cerebros pueden hoy conectarse unos con otros en forma casi instantánea gracias a la red mundial que, además, constituye una enorme memoria del conocimiento humano.
    "En la mente de Russell, este cerebro global también ofrece la promesa de un nivel de conciencia mejorada, es decir, superior, y un estado de sinergia profunda o de unión que abarca a toda la humanidad, una superconciencia colectiva." (Fournier, p.105)
Pero estamos lejos de poder utilizarla o de saber como desarrollarla para fines prácticos. Para Fournier, las miles de publicaciones que se pueden encontrar en internet sobre el futuro del cerebro y un sistema cognitivo a escala planetaria que fuese el fundamento de una "conciencia colectiva super-humana" no llevan a ninguna parte (p.106). A pesar de la explosión de la interconectividad, que tendrá sin duda un impacto extraordinario, "nada en este momento nos permite ver por estos medios un salto significativo en la evolución de comunicación humana" (ibidem).

Algunos, como Mark Zuckerberg al parecer, creen que este futuro se conseguirá mediante el desarrollo de nuevas tecnologías. En esta dirección va la experiencia de Starla y Axilum Robotics (Grau & alt.) de 2014, que fue celebrada en numerosos medios de difusión. Pero ésta no es la vía más esperable, sugerida por observaciones como la del "Global Consciousness Project".
    "Mientras persistamos en tratar de comunicarnos de cerebro a cerebro a través de interfaces tecnológicas, permaneceremos acampados en el campo de la tecnología de la información y las comunicaciones. Ir más allá de esta etapa es por supuesto recurrir a una utopía de nuevo, pero una utopía que bien podría convertirse en real, si tenemos la paciencia de esperar a que se desarrollen nuestras facultades neurológicas un poco más." (p.110)
    ¿Cómo sería?
    "En nuestro mundo en desarrollo, post-tecnológico, digamos noosférico, en la medida en que nuestro cerebro es funcional y nuestra conciencia despierta, sería suficiente saber la dirección mental del receptor con el que queremos comunicarnos para que instantáneamente, es decir a una velocidad de casi 300.000 km / seg., o la velocidad de la luz, por efecto del enredo cuántico, reciba el significado y el referente asociado de nuestro mensaje, sin soporte escrito, auditivo o visual, directamente en su cerebro." (p.111)
¿Que es lo que se necesita? Fournier, siguiendo a Kevin Warwick, docente e investigador de la Universidad de Reading (Gran Bretaña), piensa en tres etapas: primero el reconocimiento subvocal, es decir, una forma de lenguaje no articulado, que permitiría la emisión, luego sería la emisión directa de un contenido de la conciencia (no subvocal) y, finalmente, la transmisión bidireccional fluida de nuestro conciencia y nuestras emociones a uno o más receptores (p.115). Podría lograrse en este siglo, cree, pero con asistencia tecnológica. Para un futuro más lejano quedaría el liberarse de la tecnología.

SEGUNDA PARTE

1. La telepatía

La Wikipedia señala que se han llevado a cabo muchos experimentos sobre la telepatía desde 1886. Son famosas las experiencias con los «Naipes ESP» de Karl Zener (realizados a partir de 1927), cuyos resultados fueron insatisfactorios a pesar del muy limitado número de signos utilizados (solo 5). La comunidad científica se resiste a aceptarla argumentando que las magnitudes de energía que el cerebro humano es capaz de producir resultan insuficientes para permitir la transmisión de información. Por cierto, este juicio descansa en una hipótesis restrictiva: que la telepatía dependería de la acción electromagnética de las neuronas.

Pero nada impide la existencia, en la física, de una propiedad de importancia fundamental, aún desconocida y totalmente diferente de lo que se ha imaginado hasta ahora. A ella se refieren Penrose y Hameroff, abriendo una vía para entender la telepatía desde el punto de vista científico. El físico teórico Roger Penrose considera que en las leyes físicas debe haber algo de "naturaleza no-computable", necesario para describir la actividad mental, apoyándose en la teoría cuántica. Junto con el anestesiólogo y psicólogo Stuart Hameroff descubrió, en efecto, la existencia de un fenómeno cuántico en las neuronas.
    “Si los procesos mentales están efectivamente ligados a algunos procesos físicos – y parece que lo son de manera íntima–, las leyes científicas que describen con tanta precisión el comportamiento de los cuerpos físicos tienen probablemente también cantidades de cosas que revelarnos acerca de la mente. [...] Incluso si las leyes físicas que gobiernan la acción del cuerpo dejan a la mente la latitud de afectar a su vez el comportamiento del cuerpo, dicha latitud es necesariamente también un componente importante de estas mismas leyes físicas.” (pp.192 y 201-202 de la versión francesa de “Las sombras de la mente”)
Así, el estudio más detallado de la estructura de las neuronas nos acerca más a una explicación del funcionamiento del cerebro compatible con nuestra experiencia mental y, en particular, a la explicación de la presencia de operaciones que no pueden ser reducidas al cálculo ni a algoritmos.
Penrose y Hameroff postulan que la mente y el cerebro son dos entidades separables. También explican mejor las características de la mente y su influencia sobre el cuerpo, lo cual podría ser la base del desarrollo -futuro- de una telepatía más efectiva. (Las explicaciones de Penrose pueden encontrarse en forma más detallada en mi libro "La ciencia y el espíritu", pp.45ss., y agrego algunos detalles más adelante.)

2. La comunicación de cerebro a cerebro

Un equipo que incluía miembros del Centro Médico de Beth Israel Deaconess (BIDMC), un afiliado docente de la Facultad de Medicina de Harvard (HMC) en Boston (MA), Starlab Barcelona en España y Axilum Robotics en Estrasburgo, Francia logró enviar mensajes a través de Internet entre el cuero cabelludo intacto de dos sujetos humanos a más de 5.000 millas de distancia, uno en India y el otro en Francia. El equipo eligió transmitir pensamientos de la India a Francia utilizando dos tecnologías cerebrales conectadas por una interfaz de computadora a través de Internet: electroencefalograma (EEG) y estimulación magnética transcraneal guiada por imagen (TMS). Los receptores experimentaron las estimulaciones cerebrales como fosfenos, destellos de luz en la periferia de su visión. Los destellos aparecieron en secuencias numéricas que los receptores podrían decodificar en los mensajes. (cfr Grau & alt., 2014). Los investigadores concluyen que
    "Nuestros resultados proporcionan una demostración crítica de prueba de principio para el desarrollo de tecnologías de comunicación B2B [brain-to-brain] conscientes. Implementaciones más desarrolladas y relacionadas abrirán nuevos espacios de investigación en neurociencia cognitiva, social y clínica y el estudio científico de la conciencia. Prevemos que las tecnologías de hiperinteracción eventualmente tendrán un profundo impacto en la estructura social de nuestra civilización y plantearán importantes problemas éticos." (PlosONE, 19/08/2014)
Un grupo de investigación de la Generalitat de Catalunya y del departamento de Neurología del Hospital de Bellvitge realizó una experiencia similar, con una transmisión entre España y Francia. Y, en los Estados Unidos, el profesor Andrea Stocco y su equipo del Instituto de Aprendizaje y Ciencias Cerebrales de Washington también investigó la manera de transmitir impulsos y conceptos del cerebro de una persona al de otra a través de Internet. Su experiencia fue más compleja que las antes señaladas, ya que incluyó un juego de 20 preguntas y respuestas.
    "A una persona, el respondedor, se le mostró una imagen en una pantalla. El otro participante, el investigador, luego envió preguntas de sí o no haciendo clic en ellas con el mouse. El respondedor, que llevaba una gorra EEG que monitorea, captura y traduce la actividad cerebral, respondió mirando uno de los dos LED parpadeantes conectados al monitor, que parpadeaba a diferentes frecuencias. Estas respuestas fueron capturadas, traducidas y enviadas por Internet al investigador, donde fueron transmitidas al cerebro mediante estimulación magnética transcraneal a través de una bobina magnética colocada detrás de la cabeza. Mediante el uso de TMS para estimular la corteza visual, el investigador pudo ver un destello de luz conocido como un fosfeno para las respuestas "sí". Para las respuestas "no", el investigador no ve nada y, por lo tanto, puede continuar." (Starr, M.,Cnet, 23/09/2015)
En estos experimentos se utilizan gorros especiales que “leen” la actividad cerebral. Pero se podría avanzar aún más: investigadores de la Universidad de California han desarrollado sensores del cerebro tan pequeños como una mota de polvo (100 micrómetros), que pueden ser infiltrados en la cabeza para registrar la actividad eléctrica de las neuronas. Se les acoplaría un transceptor que se encargaría de recibir y procesar la información obtenida (Alt1040.com, 17/07/2013). De ahí a acoplar el cerebro directamente a internet, solo hay un paso.

3. La forma de los pensamientos

Los experimentos anteriores se basan en la captación de la actividad eléctrica del cerebro pero, como se puede ver, se limitan a "mensajes" extremadamente simples, como un "Hola" o un "si o no" y recurrieron, para la recepción a impulsos lumínicos que debían ser interpretados (decodificados). Los investigadores anotan estas limitaciones: la comunicación es unidireccional y la transmisión esencialmente binaria, lo cual es determinado por las tecnologías utilizadas. "El contenido se extrae de las señales neuronales de un cerebro emisor, se digitaliza y se vuelve a codificar en forma de actividad neuronal inducida en un cerebro receptor" (Stocco). Es el método que se utiliza para que personas paralizadas puedan activar los movimientos de un robot, lo cual ha sido ampliamente probado con bastante éxito mediante aprendizaje del emisor. La principal dificultad de los sistemas tecnológicos basados en el EEG es que captan la totalidad de la actividad cerebral (aunque se trataría de concentrar y limitar la detección a las áreas de Broca y Wernicke, que son las implicadas en el lenguaje), lo cual hace necesario eliminar muchas interferencias.

Pero estamos lejos de transmitir realmente pensamientos complejos. Y aquí surgen algunas preguntas a las cuales las ciencias cognitivas están intentando contestar. En los ejemplos citados por Fournier hemos de distinguir dos tipos de "emisiones": la de pulsiones emocionales, como en el caso de la influencia sobre la generación de números aleatorios después del atentado a las torres gemelas de Nueva York, y los pensamientos significativos, fuentes de mensajes. Son estos últimos los que interesan cuando hablamos de comunicación interpersonal.

El pensamiento puede tener una forma "pre-consciente" (la organización de las neuronas que precede el nivel consciente) y formas conscientes que son predominantemente de dos tipos: la representación mental oral y la icónica. El tema de la existencia de las representaciones mentales es un tema controvertido, a pesar de que nadie -al parecer- duda de la existencia de los procesos mediante los cuales el hombre percibe, conserva y compara sus experiencias perceptivas, siendo capaz, además, de producir -por ejemplo- retratos de los objetos visualizados e incluso de objetos inexistentes. Si nos proponemos emitir un mensaje, hemos de formarnos mentalmente una imagen, una "representación", del mismo. Podemos también tener una imagen mental de la representación correspondiente a un mensaje percibido ("recepción") o de un contenido que mantenemos internamente como una reflexión y será de forma verbal o icónica.

Como ya señalado, el pensamiento formal es tributario de un sistema lingüístico (verbal), el cual variará según la cultura y el aprendizaje de la lengua, así como de la experiencia visual. Pero en la comunicación interpersonal directa, la imagen mental icónica no es de utilidad (salvo en el caso del lenguaje de señas): recurrimos a la imagen/representación verbal, la cual supone una codificación, del mismo modo que la imagen-representación mental del mensaje recibido requiere decodificación, en ambos casos operaciones realizadas por lo que podemos llamar el "procesador" propio del sistema nervioso central (ver detalles en mi libro "Teoría cognitiva sistémica de la comunicación").

¿Podemos liberarnos de los sistemas tecnológicos e incluso del uso de nuestros órganos efectores (vocalización, gestualidad, visión y audición)? Esto depende de la existencia de sistemas neurológicos (intracerebrales) capaces de emitir y percibir otro tipo de señales. Es lo que postulan quienes piensan -e investigan- la alternativa cuántica.

4. La alternativa cuántica

Las investigaciones sobre la estructura y el funcionamiento de las neuronas obligan a tener en cuenta fenómenos cuánticos como señalado anteriormente, de acuerdo a Roger Penrose y Stuart Hameroff. Pero ya en 1938, Herbert Fröhlich formuló la hipótesis de la existencia de este tipo de fenómeno en los sistemas biológicos y en 1968 mostró la presencia, en membranas celulares, de vibraciones que serían el producto de una  coherencia cuántica (cfr. Penrose, pp.340-341). La célula nerviosa se configura sobre la base de un citoesqueleto formado de numerosos microtúbulos (estructuras de moléculas protéicas) interconectados por proteinas-puentes. Como descubrió Fröhlich y cree Penrose, sería en la membrana, a nivel de los microtúbulos, que tendrían lugar los fenómenos cuánticos que podrían tener relación con los fenómenos mentales. Los microtúbulos pueden operar como guías de ondas eléctricas y como aislantes que permiten mantener el estado cuántico sin que sea afectado (y destruido) por el entorno durante un tiempo significativo, posibilidad probada en 1983 por E. del Giudice y su equipo de la Universidad de Milán (Penrose, p.356). Según Penrose, estos procesos cuánticos ocurrirían “en una escala relativamente grande y acoplado de manera sutil al comportamiento macroscópico, de tal manera que el sistema utiliza un proceso físico aún desconocido” (ibidem, p.356).

También se ha descubierto que las ondas tienen una importancia fundamental en la operación cel cerebro:   
    "En una fase del procesamiento, el cerebro efectúa sus análisis en el dominio de la frecuencia. Esto se realiza en los cruces entre neuronas, y no en las neuronas. Así que los graduados crecientes y menguantes locales de los potenciales neurales (ondas) son los responsables en vez de los impulsos nerviosos.  Los impulsos nerviosos se generan dentro de las neuronas y se utilizan para propagar las señales que constituyen información en distancias largas mediante largas fibras nerviosas. Cambios potenciales, locales y graduados, ondas, se constituyen en los extremos de estas fibras nerviosas, donde lindan con ramas más cortas que forman un entramado de interconexiones entre neuronas. Algunas de ellas, denominadas ahora neuronas de circuitos locales, no tienen largas fibras y no presentan ninguno impulso nervioso. Funcionan primordialmente en el modo graduado de onda y son especialmente responsables de las conexiones horizontales en piezas de tejido neural, conexiones en las que pueden construirse modelos de interferencia de tipo holográfico." (Karl Pribram, en Wilber, pp.49-50)
Así, el estudio más detallado de la estructura de las neuronas nos acerca más a una explicación del funcionamiento del cerebro compatible con nuestra experiencia mental y, en particular, a la explicación de la presencia de operaciones que no pueden ser reducidas al cálculo ni a algoritmos y a una definición de la mente que no se reduce a la realidad biológica, lo cual abriría realmente la puerta a mecanismos "diferentes" de comunicación, como la telepatía. Ha llamado también la atención de los investigadores -y sigue sin explicación- la existencia de terminaciones neurales (dendritas) en la superficie externa del cortex, lo cual sugiere que están "abiertas" para captar algo externo. Mountcastle (1957), Hubel y Wiesel (1962) y Sezentágothai (1972) mostraron la estructura modular de las áreas sensoriales primarias de la corteza cerebral. Estas áreas están formadas por un mosaico de columnas – ortogonales respecto de la superficie –, con una sección media de 0,2 mm. Cada columna agrupa – en seis capas de textura diferente – un número de hasta 10.000 neuronas: canales de entrada, conexiones internas complejas y canales de salida. Sería sobre la capa externa de estas columnas de neuronas que actúa la mente (Eccles y Zeier, p.159). ¿Receptores de emisiones telepáticas?

En cuanto a la posible influencia de fenómenos cuánticos sobre la realidad macroscópica, es interesante tomar en cuenta la comprobación realizada por investigadores de LIGO (un detector de ondas gravitacionales, capaz de detectar variaciones mínimas en haces de luz láser), que han conseguido medir los efectos de las fluctuaciones cuánticas en objetos a escala humana. Según lo que cuentan en Nature, dicen haber observado como las fluctuaciones cuánticas "patean" objetos tan grandes como los espejos de 40 kilos del observatorio. "Nosotros también estamos siendo sacudidos durante cada nanosegundo de nuestra existencia: también somos golpeados por estas fluctuaciones cuánticas", dice Nergis Mavalvala, del departamento de física del MIT (Jiménez).

 5. La mente, realidad espiritual

La mente, fuente de los pensamientos, aunque anclada al cerebro, podría ser totalmente extracorporal y, por lo tanto, la comunicación mente-a-mente debería ser posible. Mi libro "La ciencia y el espíritu" estudia ampliamente las teorías e hipótesis relativas a la existencia espiritual de la mente. Se puede considerar que las pruebas de su carácter espiritual (y de una dimensión espiritual del mundo) son relativamente escasas o débiles, pero ésto no es una razón suficiente para negar esta posibilidad. Cuerpo y mente forman, en nuestra vida, una realidad inseparable. Pero la mente no es algo biológico ni físico, al menos según la física que hoy conocemos aunque, como dicen Penrose y otros investigadores, es posible que en el futuro descubramos una nueva dimensión de la física que sí la podrá explicar.

Ni los enfoques neurobiológicos ni los modelos cognitivos, aunque nos aportan muchos conocimientos acerca de los procesos cerebrales y el funcionamiento de nuestra mente, “nos dicen nada en absoluto de por qué los procesos cerebrales deberían dar origen a la conciencia”. (Chalmers, p.157). La ciencia empírica-sensorial es incapaz de explorar los dominios de la mente con sus herramientas, pero esto no es un motivo para descartar su naturaleza espiritual. Como dice Ken Wilber, quienes la niegan, "simplemente recurren al tonto del pueblo para negar su existencia o para negar el posible acceso de otras modalidades de investigación a estos extraordinarios dominios" (1998, p.186). "De la misma manera que existe un empirismo sensorial (del mundo sensorimotor), también existe un empirismo mental (que incluye la lógica, las matemáticas, la semiótica, la fenomenología y la hermenéutica) y un empirismo espiritual (que incluye las experiencias místicas y las experiencias espirituales).” (ibidem, p.189). El hombre tiene un espíritu que es una realidad transracional que “sólo puede verse con el ojo de la contemplación” (ibidem, p.138) y que no puede alcanzarse por la mente racional sino solo por una experiencia mental de otro tipo.

David Bohm, Karl Pribram y Bruce Lipton aseguran que el cerebro funciona de acuerdo con los principios de la física cuántica y las características de patrones de onda. Fritjof Capra descubrió que los conceptos de la física cuántica tienen importantes semejanzas con las tradiciones místicas orientales. John Eccles habla de un "mundo interior", añadiendo que “los fenómenos mentales trascienden los de la fisiología y la bioquímica” (Eccles y Zeier, p.164)
    "El componente de nuestra existencia en el mundo 2 [interior] es de naturaleza inmaterial y, por tanto, al sobrevenir la muerte, no tiene por qué estar sujeto a la desintegración que afecta a todos los componentes del individuo pertenecientes al mundo.” (p.173)
Teilhard de Chardin habla también de un "interior de las cosas" y de una "energía interna" que le corresponde, presente en todo lo que existe, aunque en grados muy diferentes, según el nivel de complejidad. "La Trama del Universo es el Espíritu-Materia. Ninguna otra sustancia podría dar la molécula humana.” ("La activación de la energía", p.64).

No citaré más. Mi libro al respecto contiene mucho más información. Pero considero bien establecida la naturaleza espiritual de la mente, con un "anclaje" en el sistema nervioso superior, el cual tiene características asociadas a la física cuántica y, quizás también, a fenómenos ondulatorios aún por describir, todo lo cual parece abrir la posibilidad de una comunicación mente-a-mente sin uso de tecnología.


Bibliografía
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  • Chalmers, D. (1996): La mente consciente – En busca de una teoría fundamental, Barcelona, Gedisa.
  • Colle, R. : La ciencia y el espíritu: Científicos en busca del alma, 2016, PDF en Academia.edu, https://www.academia.edu/25729888/La_ciencia_y_el_esp%C3%ADritu_Cient%C3%ADficos_en_busca_del_alma
  • Eccles, J. y Zeier, H. (1985): El cerebro y la mente, Barcelona, Herder.
  • Fournier, R. 2017: Une évolution probable de la communication humaine. Un documentaire, https://www.academia.edu/36673066/Robert_Fournier_Une_%C3%A9volution_probable_de_la_communication_humaine._Un_documentaire_2017
  • Grau C, Ginhoux R, Riera A,    Nguyen TL, Chauvat    H, et al. (2014). Conscious Brain-to-Brain Communication in Humans Using Non-Invasive Technologies. PloS ONE 9(8): e105225. doi:10.1371/journal.pone.0105225.
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