jueves, 20 de mayo de 2021

El "actor-red" y las comunicaciones

Introduje la teoría del actor-red en mi libro "Sistémica de los medios de comunicación" (2017), limitándome a sus ideas centrales y aplicándola luego en forma muy básica para colocar a los diversos medios en el contexto de su red de relaciones. Pretendo, aquí, profundizar un poco más en su significado y metodología, traduciendo también los términos técnicos de esta teoría en términos mas comprensibles y habituales para los comunicadores.

La teoría del actor–red (Actor-Network Theory) es una teoría de la acción y de la estructura social así como un modelo investigativo que integra personas y artefactos técnicos y reconoce la importancia de la noción de sistema, por la cual un elemento concreto e individual no tiene significado si no se entiende en el conjunto de relaciones que mantiene con otros elementos del contexto.

El modelo del actor-red ha sido desarrollado en los años ochenta por Bruno Latour, Michael Callon y John Law. Es una teoría de la acción y de la estructura social que integra personas y artefactos técnicos, y reconoce la importancia de la noción de sistema, por la cual un elemento concreto e individual no tiene significado si no se entiende en el conjunto de relaciones que mantiene con otros elementos del contexto. En consecuencia, es también una teoría de la comunicación, con un componente sociológico y también tecnológico. Formulada muchos años antes del desarrollo de las redes digitales - y aún más de los "social media" - es evidente que, con estas redes, adquiere una importancia muy relevante para el estudio de las comunicaciones.

Podemos entender la idea central de esta teoría recurriendo al concepto de "acoplamiento social" de Maturana y Valera: no somos lo que somos sin nuestros intercambios con otros, y todas nuestras relaciones influyen en lo que somos. Conocernos, entonces, con cierto nivel de profundidad, implica conocer nuestras relaciones. El actor-red es el producto de la acción de otros y puede, a su vez, actuar sobre otros, pudiendo producirse también un bucle de retroalimentacion. Y múltiples elementos materiales, como los artefactos tecnológicos, juegan un rol importante en estas relaciones y en la concepción de "lo social" en esta teoría.

Frente a la "sociología clásica" se propone una "sociología de las asociaciones", que toma en cuenta no solo las personas involucradas sino aspectos tecnológicos, legales, organizativos, políticos y científicos. ¡Una organización no es sólo un conjunto humano (sus trabajadores y sus usuarios o clientes): es "un ensamblaje" que también un edificio (con su disposición espacial), un reglamento, procedimientos, aparatos (computadores y otros), funciones, metas, etc., cuyo estudio puede ser necesario!

"Todo ensamblaje socio-técnico, dice la teoría, debe considerarse como un plano de relaciones materiales transversales que unen varios aspectos heterogéneos del mundo, yendo de lo físico a lo político, y pasando por lo tecnológico, semiótico y psicológico." (Vaccari, p.2)
Los elementos de estos ensamblajes solo se describen y tienen en cuenta en función de su rol, no de su "ontología" (y los que demuestran tener alguna influencia han sido llamados "agencias"... ¡pero mejor olvidemos este nuevo término!). Pero no todos están de acuerdo en la necesidad de introducir este análisis detallado de estos "ensamblajes", que introduce numerosos problemas, aunque puede depender del caso bajo estudio (No es lo mismo estudiar, por ejemplo, un laboratorio que una institución social o política.)

La investigación del actor-red, dice Latour, conduce a registrar una sorpresa: "la que siente el investigador frente a la extensión de la lista de seres necesaria para mantener cualquier identidad". (Latour, 2010, p.4)

Algo que, inicialmente, puede parecer extraño en esta teoría es la aparente recursividad de sus deficiones: un actor se define en función de sus relaciones, o sea de su red de comunicaciones, y, a la vez, la red de relaciones es el conjunto de los actores que se relacionan. "Un actor es un conjunto de relaciones" es su principio básico. ¿Porque no limitarse, entonces, a analizar y describir las redes? Porque el actor es, en realidad, "algo más" que la lista de sus relaciones: es esa lista y además la transformación que "padece" la relación como producto de la comunicación. Este "añadido" es lo que Callon llamó una "traducción". El término “traducción” se aplica a las acciones, operaciones, tácticas y estrategias que un sujeto despliega para realizar un proyecto y producen un cierto efecto.

Si bien podemos decir, desde nuestro punto de vista de comunicadores, que es la comunicación (o, más bien, el acoplamiento, ya que puede no ser una comunicación en sentido tradicional) la que produce la "traducción", nos enfrentamos con otra terminología introducida por la teoría del actor-red (TAR): la llama "mediación". La investigación (llamada "encuesta") acerca de un actor y su red debe centrarse en esta mediaciones, que son la forma en que las traducciones se hacen perceptibles. Comentando esto, Bruno Latour, nos dice que el problema por resolver (identificar el actor en su red) es a través de qué mediaciones vamos a seguir las traducciones en un campo específico, para llegar a conocer el actor en su red.
"La encuesta comienza con la mediación, sigue o se enfila con las traducciones y se encuentra con una serie de sorpresas o pruebas en las que se ata y se desata la cuestión misma de los actores y su red." (Latour, p.3)
Puede parecer complejo, y lo es porque no dominamos el lenguaje técnico introducido (para distanciarse de términos habituales en la "sociología clásica"). Trataré de traducir la cita utilizando términos más comunes en teoría de la comunicación:
La investigación empieza con [la observación de] la comunicación - intercambios de mensajes y mecanismos utilizados -, sigue con los efectos en los sujetos (actores) y se encuentra con sorpresas o pruebas que resuelven el problema de la definición de los actores [en su relación] con su red.
Pero esta formulación es demasiado restrictiva: la emisión de un mensaje es una traducción, pero una traducción puede ser otra cosa, cualquier acción que afecte a otro. Además, el "sujeto" puede no ser humano y el "mensaje" puede no ser una expresión formal sino la significación propia de algún instrumento (Esto nos recuerda "el medio es el mensaje").

Solo se puede considerar definido el actor después de realizar la "encuesta" destinada a conocerlo en sus relaciones (Latour, p.8) Pero cuidado: no confundamos "actores" o "sujetos" con personas individuales: pueden serlo, pero también pueden ser instituciones e incluso artefactos técnicos. (Latour, Callon y Law estudiaron con su teoría, por ejemplo, por qué fracasaron los primeros vehículos eléctricos, por qué tuvieron éxito los rayos X, etc.).

La investigación debería determinar qué (o quién) se "acopla" a qué (o quién), mediante qué acción, con qué instrumento y qué efecto. Y, si queremos profundizar más, podemos preguntar cómo se usa el instrumento, si su uso tiene un significado particular y, si es un medio de comunicación, cuáles son sus contenidos. Es propio de esta encuesta descubrir cantidad de elementos imprevistos necesarios para el surgimiento o institucionalización de un hecho científico o de cualquier dispositivo técnico en medio de las relaciones (p.4).

Un serio problema para el investigador es que las relaciones pueden cambiar a partir de una u otra acción. En efecto, "cambiar cualquiera de las relaciones, cambia necesariamente la definición de lo que actúa ya que la acción nunca es otra cosa que la competencia que ofrece la multitud de socios". "Es necesario tener en cuenta a) el movimiento de la encuesta, b) el tiempo, c) la propia tecnología que da acceso a la situación" (Latour, p.7).

Latour propone las siguientes etapas: 1. nombramos el  actor; 2. obtenemos la lista de sus relaciones; 3. a medida que las agregamos, cada una comienza a sufrir modificaciones debido a la presencia de las otras [que debemos revisar]; 4. finalmente "sabremos" realmente quien (o que) es ese actor. En los pasos 2 y 3  aparecen, evidentemente, otros actores, que también interactúan y deben definirse para estar seguro de conocer bien su influencia sobre el actor principal. Algunos autores han hablado de "esfera de relaciones". Se deberá decidir cuántas "capas" de relaciones considerar en esta esfera (como las capas de una cebolla). Y está permitido combinar aspectos particulares de una sociedad o grupo (red) con aspectos generales de la misma, y pasar de un nivel de explicación a otro según las "alianzas" que tejen entre sí los actores.

Sobretodo, no olvidemos las transformaciones ("traducciones") y mediaciones en esta descripción. "No hay nada de simple en ésto. Es como una imagen que se descompone en miles de pixeles para ser transmitida y se recompone luego en una sola imagen en el extremo opuesto del mundo." (p.9)

La metodología incluye la revisión de la bibliografía (textos científicos) sobre los actores considerados, con técnicas de cienciometría (estudio de impacto, mapeo de citas, productividad autoral o institucional, etc.) para evaluarlos, así como su análisis semiótico y evaluación cualitativa de las fuentes.

Los autores de la teoría no recurrieron a la visualización grafica, considerando que al utilizar un gráfico de red (como en la "teoría de grafos" o la representación de redes de comunicación) el actor-red sólo se definiría "como un punto sin espesor definido estrictamente por la lista de sus enlaces" Latour, (p.5). Faltaría ahí el "espesor" necesario, que muestre su actividad, "su interior y su exterior", sus traducciones.

Estimo sin embargo, aunque Callon lo pueda considerar erróneo,que  la visualización gráfica podría ser una herramienta muy útil, entendiéndola como una ayuda visual que se puede utilizar en múltiples niveles y formas, como se hace en el análisis sistémico (y como mostré en mi "Sistémica de los medios de comunicación"). La sistemografía, además de la gráfica de redes, puede socorrer al investigador, permitiendo representar (sintéticamente) componentes, contenidos y acciones.  La dinámica, los cambios a medida que avanza la encuesta, es lo que hace difícil la graficación (Latour admite, sin embargo, que existen hoy técnicas que podrían permitirlo) pero, a mi juicio, no tenemos por que graficar a cada paso, o podemos hacer un borrador y modificarlo a medida, para presentar luego solamente el producto final (El tiempo siempre ha de detenerse en algún momento).

Nota: Bruno Latour es antropólogo, sociólogo y filósofo, y uno de los porta-voces más destacados de la teoría del actor-red. Se ha centrado sobretodo en el estudio de los mecanimos de relación entre los actores que colaboran en la creación de dispositivos técnicos (estudio de la tecnología y de su relación con el desarrollo de las sociedades y la realidad moral y política).
La mayoría de los teóricos del actor-red dan gran importancia a los sistemas tecnológicos y el laboratorio científico es un tema privilegiado.


Referencias
Colle, R. (2017): Sistémica de los medios de comunicación en la era de las redes, INCOM-Chile.

Latour, B. (2010): Avoir ou ne pas avoir de réseau: that’s the question, in Madeleine Akrich et al. (sous la direction de) Débordements. Mélanges offerts à Michel Callon, Presses de l’Ecole des Mines, pp. 257-268.

Vaccari, A. (2008): Reensamblar lo social: una introducción a la teoría del actor-red, Revista CTS, nº 11, vol. 4, Julio de 2008.

El texto más completo y reciente de B. Latour en español es "Re-ensamblar lo social. Una introducción a la teoría del actor-red", Buenos Aires, Manantial, 2008, 390p.

martes, 11 de mayo de 2021

La mente y el conocimiento

 El conocimiento es algo asociado a la mente, expresión del contenido de la memoria, que es parte del cerebro. Así, explicar la naturaleza del conocimiento depende de cómo explicamos la naturaleza y el funcionamiento de la mente.

Según K Wilber, hay tres modalidades de conocimiento: el “ojo de la carne” o empirismo, el “ojo de la mente” o racionalismo y el “ojo de la contemplación” o misticismo. La ciencia moderna, desgraciadamente, pretende que esta tercera modalidad carece de validez.

Antes de la Era Moderna, las grandes tradiciones y la filosofía dominante consideraban que "la realidad está constituida por un tejido de niveles interrelacionados –que van desde la materia hasta el cuerpo y, desde éste, hasta la mente, el alma y el espíritu–, en el que cada nivel superior «envuelve» o «engloba» las dimensiones precedentes". (Wilber, p.19)

Desde el Siglo XVII, se sucedieron varias propuestas filosóficas: empirismo, racionalismo, idealismo, positivismo, fenomenología. Finalmente, la ciencia moderna ha preferido el positivismo. Para éste, la ciencia parte de la observación de los fenómenos y, a partir de ellos, intenta explicarlos elaborando teorías que reúnen leyes generales. Rechaza toda búsqueda de propiedades ocultas: solo admite “lo real” observado. Pero quizás sea una concepción demasiado estrecha de la ciencia, porque es esencialmente materialista y el conocimiento engloba sin duda dimensiones que escapan a la metodología positivista.

La ciencia moderna (positivista) nos puede decir mucho sobre el reino sensorial, un poco sobre el reino mental y nada sobre el reino contemplativo. Pero ha pretendido erróneamente que solo lo medible puede ser objeto de conocimiento científico. Muchos científicos que pretenden estudiar la conciencia afirman de partida que no existe nada fuera del mundo material, lo cual es un prejuicio ajeno al espíritu científico.

 "La miseria de la modernidad, en consecuencia, consistió en la reducción de todas las dimensiones interiores (del «yo» y del «nosotros») a superficies exteriores (a «ellos» objetivos), lo cual, obviamente, destruye por completo toda dimensión interior." (Wilber, p.81)

Recuperar una visión más integral del ser humano y de la naturaleza del conocimiento implica superar el materialismo y el monismo. El materialismo es una doctrina según la cual los hechos físicos acerca del mundo agotan todos los hechos, los hechos psicológicos explicándose a partir de los hechos biológicos, y éstos a partir de los hechos físicos, y para el monismo solo existe esta realidad física. Un buen número de científicos son materialistas y monistas: para ellos el mundo es un sistema cerrado y todo debe poder ser explicado a partir de las leyes que gobiernan el mundo material.

Pero es difícil considerar la experiencia mental (la conciencia) como un hecho puramente físico. Algunos científicos quieren explicarlo hablando de “emergencia” de nuevas propiedades a medida que un sistema se vuelve más complejo. Esto sigue siendo un enfoque funcionalista, que explica las operaciones cerebrales en el nivel biofísico, pero no aclara nada en cuanto a la naturaleza de la conciencia y de la mente.

La alternativa clásica ha sido, desde Platón, el dualismo, que separa el mundo de las ideas (y el pensamiento) del de la materia (como el cuerpo, el cerebro). Hay otro tipo de dualismo, según el cual la concienca sería una característica del mundo, más allá de sus características físicas, pero sin ser una “sustancia” aparte. Es, a nuestro parecer, lo que invoca Edgar Morin cuando rechaza tanto el monismo como el dualismo y propone el “unidualismo”, que también se podría considerar como una forma de monismo (no materialista en este caso) si se considera que lo físico y lo fenoménico se toman como dos aspectos diferentes de la realidad. El unidualismo es lo que la tradición cristiana ha predicado acerca del ser humano: “En el hombre, el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza”. (Catecismo de la Iglesia Católica, 1992, n°365).

Gracias a la conciencia, tenemos acceso a nosotros mismos y, así, a la parte de la realidad de la que somos hechos. Tenemos acceso y dominamos las mismas características espacio–temporales y organizativas que dominan gran parte de lo real y, por lo tanto, si bien puede haber una realidad que escapa a estos caracteres, tenemos acceso y podemos dominar toda la “realidad perceptible y concebible”, que es con la cual compartimos características comunes. Ésto porque nuestras estructuras cognitivas son el producto de estas características del mundo. El aparato cognitivo se desarrolló en el mundo reconstruyendo el mundo dentro de sí y a partir de las características de este mundo que no es meramente material.

En esta perspectiva, la ciencia tendría que aceptar que existen propiedades y leyes fundamentales del universo que no hemos podido descifrar aún pero que, en principio, podrían explicar la superveniencia de la conciencia en los seres humanos aún después de la muerte.

El conocimiento científico, en consecuencia, se puede extender más allá de lo que permiten las reglas del empirismo y del positivismo. No hay razón alguna para limitar la ciencia a las realidades materiales ya que el método científico es aplicable más allá de éstas. El "interior de las cosas" (como lo llama Teilhard de Chardin) no es medible pero tiene valor y significado. Y pueden existir métodos que permiten descubrir y asentar esta “otra” realidad.

La verdadera actitud científica es la apertura a los desafíos y a la revisión permanente de “lo establecido”, por cuanto el progreso del conocimiento lleva constantemente a revisar lo acumulado en el pasado. Rehusarse a considerar la dimensión espiritual del mundo, del ser humano y del conocimiento mismo no es una actitud científica.

“El error del empirismo estrecho reside en su fracaso en advertir que, además de la experiencia sensorial, también existe una experiencia mental y una experiencia espiritual. El error de los kuhnianos consiste en su fracaso en darse cuenta de que las prescripciones no sólo se aplican a la ciencia sensoriomotora sino a todo tipo de conocimiento válido. Y el error de los popperianos reside en el intento de circunscribir la falsabilidad a datos únicamente sensoriales, con lo cual el criterio del conocimiento mental y espiritual –«falsable por los datos sensoriales»– rechaza de entrada de modo implícito e ilegítimo esas modalidades, cuando lo cierto es que los malos datos de esos dominios son realmente falsables, ¡pero sólo recurriendo a datos adicionales procedentes de esos dominios, no a datos de los dominios inferiores!” (Wilber, p.197)

 “La ciencia puede convivir pacíficamente con las modalidades del conocimiento espiritual.” (Wilber, p.31)

Si las ciencias sociales pueden basarse en observaciones no-experimentales, las ciencias de la mente pueden basarse en observaciones de experiencias mentales. No es científico descartar a priori estas experiencias.

Referencia
Colle, R. (2016): La ciencia y el espíritu, Autoedición, Santiago de Chile, 2016. PDF en Academedia.eduePub

Morin, E.: La méthode: 1. La nature de la nature (1977) 2. La vie de la vie (1980), 3. La connaissance de la connaissance (1986), París, Seuil.

Wilber, K. (1998): Ciencia y religión, Barcelona, Kairos.