martes, 7 de febrero de 2023

El lugar del sentido

La semiótica se ocupa esencialmente de las expresiones que forman parte de los procesos de comunicación y de su significado. La reflexión semiótica ha progresado significativamente desde los primeros trabajos de De Saussure, como se explica muy bien en un artículo de C.Vidales sobre la cibersemiótica y su origen.

Aunque adhiero a los conceptos centrales de la cibersemiótica, no me parece que da una explicación satisfactoria de la emergencia del sentido (significado), como tampoco lo hizo la biosemiótica, a la cual me he referido en un post de agosto 2022. En efecto, si he leído bien a Vidales, volvemos a encontrarnos con una postura esencialmente materialista. Y es que - a mi entender - el sentido es algo intrínsecamente ligado a la conciencia y es de orden espiritual, como explicado en mi post. Para explicar el sentido, hay que explicar la conciencia. La pregunta de donde está realmente el significado equivale a la pregunta de donde está la mente. Tenemos que admitir que pertenece a una dimensión que no es estrictamente material. Lamentablemente, la ciencia moderna – de tipo positivista – ha pretendido erróneamente que solo lo medible puede ser objeto de conocimiento científico. Y la mente no es algo medible.

En mi reciente artículo "Semiótica, mente y cognición", analizo el proceso del pensamiento y la problemática de la creación de significados. Lo que entorpece de algún modo la reflexión y el análisis es que el significado parece intrínsecamente ligado al lenguaje, al menos si queremos referirnos a él. Pero es, en realidad, solo una apariencia. Si volvemos a los mecanismo mentales, tenemos que admitir que, en muchos casos, podemos tomar conciencia de un sentido sin recurrir al lenguaje. Psicólogos cognitivos como Jean Piaget y Paul Ausubel, que han estudiado el proceso de adquisición del conocimiento en el niño, han mostrado que el lenguaje del niño está basado en el significado antes de que llegue a dominar formas verbales y que sus primeros enunciados son el reflejo de la estructura interna de su memoria, adquirida a través de la interacción con los adultos. E incluso para el adulto, puede haber sentido sin lenguaje. El mejor ejemplo es lo que ocurre con la percepción de imágenes. El sentido de una imagen aparece habitualmente en nuestra mente en cuanto se forma en el área cortical de la visión, sin necesidad de palabras.

La repetición y la comparación de las experiencias (de lo percibido) del niño llevan a la categorización y ésta a la generación de conceptos, niveles en que el lenguaje entra a jugar evidentemente un rol importante. Pero el mecanismo ocurre en dos niveles: el fisiológico (neurológico: la asociación de "mapas reentrantes", en términos de Edelman) y propiamente mental (inmaterial, espiritual).

Por otra parte, una vez que se domina el lenguaje, podemos considerar el pensamiento como una formulación mental que utiliza el lenguaje, sin necesidad de recurrir a la expresión material (vocalización o escritura). Pero podemos expresar la misma idea (el mismo significado), mentalmente, en diversos idiomas. Según la teoría clásica, éstos son diversos significantes. ¿Qué es entonces el significado, único, que ellos comparten? Ha de ser un meta-pensamiento, inasible de otra manera. Obviamente no puede "residir" en las conexiones neuronales, que son diferentes para cada significante, aunque algunos semiotistas creen lo contrario. Lo que es el entendimiento, en el nivel del meta-pensamiento, sigue siendo un misterio, tanto como la naturaleza última de la mente (¿alma?). 

Sabemos que un concepto se define por sus relaciones con otros conceptos, pero a través de las expresiones lingüísticas que les corresponde. Esto quiere decir, a su vez, que un significado se define por sus relaciones con otros significados. Pero es imposible asegurar que se dé el mismo conjunto de relaciones entre los meta-pensamientos de diferentes personas. Solo podemos estar seguros de que una parte de sus "mapas" es suficientemente idéntica para que haya comprensión mutua, lo cual es asegurado por el dominio de un mismo lenguaje, es decir por la mediación física de un sistema aprendido y por un contexto o ambiente común. (No olvidemos que son estos últimos los que permiten reducir la polisemia.)

Así, no se pone en duda el rol fundamental del lenguaje para el desarrollo del conocimiento consciente, pero existen varias hipótesis acerca de la relación entre las representaciones mentales y aún más entre su sentido y sus “instanciaciones” lingüísticas.

Para la semiogenética, que se desarrolló en la década de 1970, el sentido "emerge" del proceso de percepción y su tratamiento neuronal: "Nada hay en el sentido que no haya venido de los sentidos", dice (Beividas: 145). Sería solo el resultado de reacciones físico-químicas complejas. ¡Esto es puro materialismo y una negación de la realidad espiritual de la conciencia!

Como las investigaciones acerca del cerebro siguen refrendando, es necesario aceptar al menos lo que Edgar Morin ha llamado "unidualismo complejo", es decir mantener la diferencia - y unión - entre cerebro y mente (materia y espíritu). Como lo acepta la neuropsicología espiritualista, nuestro cerebro es el conducto que une nuestros dos componentes fundamentales, que nos permite captar la materialidad en que vivimos, gracias a nuestros órganos de percepción, transferirla al nivel mental donde se produce un segundo procesamiento para, de ahí, volver a la materialidad neuronal para producir la expresión.

El sentido/significado forma parte de la realidad mental y ésta no "reside" en el cerebro ni en las conexiones neuronales sino en la mente/espíritu.

Referencias

Ausubel, D. P. (1960). The use of advance organizers in the learning and retention of meaningful verbal material, Journal of Educational Psychology, 51, 267-272.

Beividas, W. (2014). Una epistemología discursiva en construcción: la teoría semiótica inmanente entre la percepción y la semiocepción, Tópicos del Seminario "La inmanencia en cuestión", pp.139-159. 

Colle, R. (2023): Semiótica, mente y cognición, Revista Chilena de Semiótica, n°18. 

Colle, R. (2016): La ciencia y el espíritu: Científicos en busca del alma, Academia.edu 

Edelman, G. (1992):  “Biologie de la conscience”, París, Odile Jacob.

Morin, E. (1986): “La méthode: 3.  La connaissance de la connaissance”, París, Seuil.

Piaget, J. (1950): “Introduction à l'épistémologie génétique”, Paris, PUF.

Vidales, C. (2023): La cibersemiótica: de los sistemas vivos a los sistemas semióticos, Revista Chilena de Semiótica, n°18.