Decir que "el cerebro piensa" es una falacia que consiste en adjudicar a la parte atributos que, en realidad, pertenecen al todo. Lamentablemente la neurociencia - y especialmente la divulgación de sus descubrimientos por parte de no especialistas -, ha llevado a reproducir muchas veces ese tipo de falencia.
"El lector estará de acuerdo en que sus pies no caminan, sino que es usted quien camina empleando sus pies. De igual forma, no es su cerebro el que piensa, recuerda, odia o ama, sino que es usted quien hace todo esto utilizando su cerebro.[...] No debe olvidarse que el cerebro depende, a su vez, de otros órganos para su subsistencia y funcionamiento." (Muñoz y Bernácer)
"El que sabe" también es el ser. En última instancia, el problema es el de la naturaleza del sujeto. ¿Pero, qué es el "yo"? Definirlo es complejo. Implica tanto une reflexión filosófica como estudios de neurofisiología. Y, por último, se trata del problema de la naturaleza de la mente.
"Sabemos que nuestra mente y nuestro cerebro están conectados, pero después de miles de años de observación y cientos de años de investigación, seguimos sin saber en qué consiste exactamente esta conexión." (Greyson, p.176)
Qué es lo que vincula una mente con un cerebro dado? Bruce Lipton cree que es un "marcador de identidad" que queda inscrito en las células: "En la superficie de nuestras células existe una familia de receptores de identidad que distinguen a unos individuos de otros. [...] Leen una señal del «yo» que no existe en el interior de las células, sino que procede del medio externo. [...] Mi «yo», existe en el entorno tanto si mi cuerpo está presente como si no. [...] Cuando mi cuerpo físico muera, la emisión continuará." (Lipton, pp.258, 259, 260). Estos receptores, que están en la membrana, captan señales que no son solamente químicas: también pueden ser eléctricas y magnéticas, por lo cual "el comportamiento biológico puede ser controlado por fuerzas invisibles, entre las que se incluyen los pensamientos". (ibidem, p.112).
Cardu acumuló argumentos que muestran que el pensamiento y las funciones subjetivas corresponden a un nivel claramente diferente del biológico, quizás producto de la sinergía del sistema operando como totalidad.
Entre los estudios que han permitido conocer mejor esto se encuentran los relativos a las experiencias cercanas a la muerte (ECM). Muchos de estos estudios llevan a creer que el cerebro no es la base de la consciencia, sino un filtro que analiza percepciones y nos permite tomar conciencia de ellas. Quienes han tenido una ECM dan cuenta de ciertas capacidades extraordinarias de la mente, aparentemente totalmente separada del cerebro, algo que hasta ahora carece de explicación.
Bruce Greyson, profesor de Psiquiatría de la Universidad de Virginia, ha esudiado científicamente centenares de casos de ECM durante más de 40 años. Señala que, incluso en casos de alucinaciones parecidas a las ECM, se observa una disminución de la actividad cerebral y no un aumento, e incluso personas con cerebros "devastados por enfermedades neurológicas", pueden momentáneamente "recuperar su capacidad cognitiva sin que hasta ahora pueda explicarse ese brote de lucidez con un cerebro no operativo" (Martínez de la Fe, 2021a).
Pero incluso el cerebro parece innecesario: es un "hecho comprobado de que organismos sin neuronas son capaces de actividades cognitivas simples, como la memoria o el aprendizaje. De alguna forma, se puede pensar sin tener un cerebro." (Martínez de la Fe, 2021c).
"Las asociaciones entre actividad cerebral y función mental no significan necesariamente que sea la actividad eléctrica del cerebro la que provoque los pensamientos o sentimientos. Quizás sea el pensamiento el que provoque la actividad eléctrica del cerebro." (Greyson, p.178)
"La mente también puede ser una función del cerebro en el mismo sentido en que las teclas de un órgano hacen música." (William james, citado por Greyson, p.181)
"Un número creciente de científicos de todo el mundo está descubriendo que el modelo antiguo - el que propone que la mente depende por completo del cerebro - es inadecuado. [...] El cerebro funciona como un filtro que bloquea la información que el cuerpo no necesita para sobrevivir y selecciona, de todos los pensamientos y recuerdos almacenados en la mente solo la información que el cuerpo necesita." (Greyson, pp.188 y 190)
¡Nótese: "recuerdos almacenados en la mente"! Los recuerdos no estarían almacenados en el cerebro. El cerebro es un instrumento de acceso. Pero, entonces, ¿donde está la memoria? La opinión mayoritaria de los nenrofisiólogos, actualmente, es que se reparte por todo el cerebro, y algunos agregan también el resto del cuerpo. Sin embargo, existen potentes indicios de que podría estar "más allá", como indica Greyson y empiezan a pensar otros especialistas.
"Una investigación realizada en 2017 en la Universidad de Virginia, que consultó a 122 personas que habían experimentado ECM, descubrió que los recuerdos de esas vivencias eran mucho más potentes que cualquier experiencia vivida o que cualquier producto de la imaginación." (Martínez de la Fe, 2021a). La interpretación más frecuente es que se trataría de "una integración corporal multisensorial perturbada" (ibidem), pero existen testimonios que hacen dudar de tal interpretación, en particular la del neurólogo Eben Alexandex, que estuvo una semana en coma total, sin ningún actividad cerebral detectable, pero recordó perfectamente su "viaje" al cielo después de despertar. Es absolutamente imposible que este "recuerdo" haya sido extraído de las conexiones de sus neuronas (según la teoría ortodoxa de la memoria), ya que no funcionaban. Los casos recopilados y descritos por el doctor Raymond Moody van en el mismo sentido y el reciente libro de Bruce Greyson también.
La neurofisiología considera que el sistema nervioso central - en particular el cerebro - se va modificando en función de las experiencias: es la "ontogenia", que permite al sujeto interactuar en forma adecuada con su entorno (cfr. Maturana y Varela, pp.116-117). Pero esto significa, en el nuevo modelo del cerebro entendido como filtro, que el filtro es el que se adapta; son "cambios estructurales" y no necesariamente cambios de contenidos, los cuales pueden seguir acumulándose. El filtro cerebral no es estático e inmutable: puede ser entrenado para "afinar" los sentidos e incluso recoger, por ejemplo, información de tipo espiritual, como han mostrado los místicos. Cómo se relacionan los procesos fisiológicos con la consciencia que podemos tener del significado de lo percibido o pensado es algo que, hasta ahora, no tiene explicación. "Es indispensable notar que la experiencia de la propia consciencia supera la capacidad semiótica. En esta experiencia hay algo de inefable, algo que es imposible verter en el lenguaje, algo ligado a lo que somos en lo más profundo de nuestro ser." (Colle, p.37)
Los estudios con técnicas de neuroimágenes sugieren que los perceptos llegan al córtex sensorial, donde guardan cierta relación topológica con los patrones detectados por los órganos de percepción, pero nada permite creer que la memoria, sostén del conocimiento, se constituye de la misma forma ni que existen "lugares" específicos donde se "guardan" los conocimientos. La memoria se relacionaría esencialmente con el fortalecimiento o debilitamiento de las sinapsis (muchas y en muchos lugares), acompañadas de alteraciones proteínicas en las neuronas (cfr. Damasio, pp.124-126). Pero esto no significa que ahí "se conservan" los recuerdos: ésta es solo una interpretación, anterior a la nueva concepción del cerebro entendido como instrumento y filtro al servicio de la mente en nuestra condición de vida actual. (Corrijo aquí lo que escribí acerca de la memoria en mi libro "¿Ser digital o ser humano?", donde desconocía esta nueva concepción de la relación entre el cerebro y la mente). Podemos seguir comparando el cerebro con el procesador (CPU) de un computador, y puede tener una suerte de RAM (memoria de trabajo), pero es más probable que la memoria real forme parte de la mente, fuera del cerebro.
Podría incluso - y esto es una hipótesis quizás un poco extravagante - formar parte de una "nube" universal, donde se reúnan todos los recuerdos de las diversas mentes. Pero "A lo largo de nuestra historia existen ejemplos de cosas que fueron tildadas de irreales - y, por lo tanto, no susceptibles de ser sometidas a un estudio científico -, y cuya existencia quedó posteriormente demostrado." (Greyson, p.138) Las ECM y algunas otras experiencias de "viaje fuera del cuerpo" parecen mostrar que existe una memoria "externa", que se mantiene aunque el cerebro no esté funcionando y a la cual accede cuando vuelve a operar total o parcialmente. Esto podría explicar también cómo, en los sueños - como señala Greyson -, podemos "recordar" algunas experiencias que no son nuestras, o sea - posiblemente - tener acceso a experiencias de terceros.
A la consciencia, extracorporal según múltiples tradiciones e hipótesis incluso formuladas por científicos, correspondería también una memoria extracorporal, que podríamos comparar a la "nube" digital, a la cual podríamos acceder en situaciones particulares, fuera de nuestra experiencia diurna ordinaria. Esto explicaría igualmente la concepción induísta de la reencarnación.
Por otra parte, el cortex cuenta con neuronas cuyas dendritas (sus receptores) apuntan hacia el exterior del cerebro. Nadie ha podido descubrir que es lo que pueden captar, y bien podrían ser la conexión con esta "memoria en la nube".
La raíz de los fenómenos mentales (y de la consciencia) ha de estar en las “leyes que gobiernan el universo”, aunque –probablemente– en leyes que estamos muy lejos de conocer aún. Es lo que planteó Roger Penrose en su obra “Las sombras de la mente” (“Shadows of the Mind”), que cree que, incluso, las leyes de la mente pueden formar parte de leyes físicas aún desconocidas: "Incluso si las leyes físicas que gobiernan la acción del cuerpo dejan a la mente la latitud de afectar a su vez el comportamiento del cuerpo, dicha latitud es necesariamente también un componente importante de estas mismas leyes físicas.” (Penrose, pp.201-202)
"No importa lo sólidamente fundamentado que creamos que está nuestra visión del mundo, debemos estar dispuestos a repensarla si aparecen nuevas pruebas que la cuestionan." (Greyson, p.37)
Referencias
Alexander, E. (2013): La prueba del cielo, Santiago de Chile, Planeta.
Cardu, B. (1996): Neuropsychologie du cerveau, París, De Boeck Université.
Colle, R. (2016): La ciencia y el espíritu: Científicos en busca del alma, PDF en ISSUU; PDF en Academia.edu.
Damasio, A. (1996): El error de Descartes, Santiago, A.Bello.
Edelman, G. (1992): Biologie de la conscience, Paris, Odile Jacob.
Greyson, B. (2021): After: A Doctor Explores What Near-Death Experiences Reveal About Life and Beyond, St. Martin's Essentials. En español: Después de la muerte, Vergara.
Lipton, B. (2010): La biología de la creencia, Madrid, Gaia Ediciones (The Biology of Belief, 2005).
Martínez de la Fe, E. (2021a): La consciencia no dependería del cerebro, Tendencias21.
Martínez de la Fe, E. (2021b): La consciencia no sería solo individual y privada, sino también grupal, Tendencias21.
Martínez de la Fe, E. (2021c): Frenesí científico por destapar el misterio de la consciencia, Tendencias21, 18/11/2021. https://tendencias21.levante-emv.com/frenesi-cientifico-por-destapar-el-misterio-de-la-consciencia.html
Maturana, H. y Varela, F. (1984): El árbol del conocimiento, Santiago de Chile, OEA.
Moody, R. (2001): Life after Life, Nueva York, HarperCollins.
Muñoz, J.M. y Bernácer, J. (2021): Nuestro cerebro no piensa (y el de usted, tampoco), The Conversation. 2/11/2021.
Penrose, R. (1994): Shadows of the Mind: A Search for the Missing Science of Consciousness. (Versión utilizada: Les ombres de l'esprit, Paris, InterEditions, 1995)
Shehata, M. et al (2021): Team flow is a unique brain state associated with enhanced information integration and inter-brain synchrony, eNeuro 4 October 2021, ENEURO.0133-21.2021; DOI: https://doi.org/10.1523/ENEURO.0133-21.2021