miércoles, 24 de agosto de 2022

Biosemiótica, pensamiento y consciencia

En 2005, he publicado un artículo titulado "El proceso semiótico, en un enfoque cognitivo" (Revista Latina de Comunicación Social), donde, a la luz de mi investigación acerca de la explicación cognitiva del fenómeno de la comunicación, donde expuse los factores que me parecen claves para el estudio del proceso semiótico a la luz de dicha investigación. Posteriormente (2016), indagué en la problemática de la relación entre el cerebro y la conciencia ("La ciencia y el espíritu"), o sea también acerca de las raíces del pensamiento.

Como ya señalaba en 2005, y como las investigaciones acerca del cerebro siguen refrendando, es necesario aceptar al menos lo que Edgar Morin ha llamado "unidualismo complejo", es decir mantener la diferencia entre cerebro y mente (materia y espíritu). Ello tiene consecuencias evidentes para la semiótica y trabajos como los de Morin y de Penrose y Hameroff representan un anticipo de la biosemiótica que Morales y González exponen brevemente en su artículo de la Revista Chilena de Semiótica (2022).

Para Morales y González, la biosemiótica, conforme a los autores que la acuñaron, incluye la antroposemiosis, la zoosemiosis y la fitosemiosis. Obviemente, solo nos interesa aquí la  antroposemiosis, que es la que pone en juego la consciencia. La neuropsychologie reconoce, junto con Peirce, el paso inicial (o "primeridad") de las sensaciones, que se transforman en percepciones, en que puede surgir el nivel de la significación ("segundidad"), para pasar a la construcción del representamen y del interpretante. ¿Pero esos diversos procesos semiósicos ocurren exclusivamente dentro del cuerpo como planteaba Greimas? Pero si Greimas tenía la intención de unir la forma (el significante) con el contenido (el significado), es difícil mantener que todo el proceso ocurre "dentro del cuerpo" en el sentido biológico.

No estoy en absoluto de acuerdo con la afirmación de Rovelli de que "Nuestro pensamiento está hecho de átomos sutiles, nuestros sueños son el producto de átomos" (Rovelli, 2016: 25. Citado por Morales y González, p.11). Así, para Morales y González los procesos mentales "residen en intercambio de energía (actividad neuronal) y de neurotransmisores (sustancias que comparten las neuronas en la sinapsis)" (ibidem). La neuropsychologie espiritualista acepta el papel del sistema neuronal como soporte o "canal" pero rechaza la concepción de que lo mental "reside" ahí.

En realidad, las representaciones mentales que dan origen a las expresiones verbales u otras no tienen ningún soporte material, ni siquiera a nivel subatómico (cuántico). Las explicaciones tentativas basadas en el funcionamiento cuántico de las neuronas - principalmente de Penrose y Hameroff - son hipótesis aún discutibles (cf. Miret, pp.118-123).

Nuestro pensamiento no tiene ningún componente material. La materialidad está dada por nuestros órganos motores, a partir de impulsos nerviosos que, por cierto, tienen su origen en "la mente". Y aquí se hace patente la influencia del espíritu sobre la materia, el ser humano siendo a la vez espíritu y materia. Cosa que los científicos materialistas siguen desconociendo.

Nuestro cerebro es nuestro aparato procesador, el conducto que une nuestros dos componentes fundamentales, que nos permite captar la materialidad en que vivimos (gracias a nuestros órganos de percepción), transferirla al nivel mental donde se produce un secundo procesamiento para, de ahí, volver a la materialidad neuronal para producir la expresión.

Como decía ya Colom en 1993, "las representaciones son función de un proceso de génesis permanente biológicamente plausible, e imbricado en un sistema operativo establecido entre los sistemas sensoperceptivos y los sistemas de acción del organismo" (p.98). 

"El acceso de los individuos a la semiosis y, en consecuencia, a la cultura" (Morales y González, p.12) requiere la realidad material tanto para percibir como para expresar, pero no es exclusivamente material. En un enfoque semiótico, tanto el referente como el significante y el soporte de éste forman parte del mundo material mientras el significado forma parte del mundo espiritual. La definición de "significante" como clase de las representaciones con idéntico significado podría explicarse biológicamente en función de la "Teoría de la Selección de los Grupos Neuronales" de G. Edelman (p.139) como un conjunto de mapas neuronales fuertemente asociados entre sí, de tal modo que provocan idéntica respuesta motora. Pero si el significante es una clase de representaciones con idéntico significado, esta clase tiene un doble componente: el cerebral (las conexiones nerviosas originadas por el pensamiento) y el de las expresiones  externas que generan, quedando "en otra parte", no material, el significado.

La consciencia corresponde a la función de autorepresentación e implica la “capacidad de formarse un modelo o imagen hipotética" (Eccles y Zeier, p.81). El cerebro es a la vez parte del mundo de los objetos físicos e interfaz con los componentes de la mente, agregan (p.121). La mente actúa tanto de receptora como de emisora pero, como ya señalado, no es un componente físico. Concluye Eccles, como también lo hizo Sperry, que “los fenómenos mentales trascienden los de la fisiología y la bioquímica” (p.164). Aunque no puede olvidarse, sin embargo, que la consciencia es tributaria del lenguaje (en sentido amplio) y, a través de éste, de la relación del individuo con su entorno cultural. Las capacidades semióticas son una combinación de la estructura cerebral y de la realidad mental. Y los científicos espiritualistas admiten que la unicidad personal, el “yo”, está determinado por la componente inmaterial del ser.

Y si se me objetan la fecha de estas referencias, agrego que se pueden encontrar las mismas ideas en publicaciones más recientes de biólogos y físicos, como las de Karl Pribram, Dave Chalmers, Ken Wilber, Bruce Lipton, Stuart Hameroff, etc. Dice Lipton, por ejemplo, que "el comportamiento biológico puede ser controlado por fuerzas invisibles, entre las que se incluyen los pensamientos” (2010, p.112), encontrando fundamentos en la física cuántica: "los biólogos cometen un colosal error al ignorar sus leyes" (p.131).

“Los últimos avances científicos nos proporcionan una visión del mundo no muy distinta de la de las primeras civilizaciones, en las que se creía que todos los componentes de la Naturaleza estaban dotados de espíritu.  Las pequeñas tribus aborígenes que quedan aún consideran el universo como un todo. Las culturas aborígenes no hacen las divisiones normales entre piedras, aire y humanos; todo está lleno de espíritu, de energía invisible. ¿No te suena familiar? Éste es el mundo de la física cuántica, en el que la materia y la energía están completamente unidas.” (p.252)

Por lo tanto, es importante conceder el aspecto eminentemente dinámico (e inmaterial) de las representaciones mentales e introducir este aspecto en la investigación y el desarrollo teórico de la semiótica.

La regla fundamental de la investigación científica consiste en permanecer abierto a todas las interpretaciones posibles, por lo que encerrarse en el materialismo es faltar a las reglas de la ciencia.

Referencias

Colle, R. (2002): Teoría Cognitiva Sistémica de la Comunicación, Santiago, Ed. San Pablo. 

Colle, R. (2005): El proceso semiótico en un enfoque cognitivo, Revista Latina de Comunicación Social, n.60. 

Colle, R. (2016): La ciencia y el espíritu: Científicos en busca del alma, Academia.edu, 

Colom, R. (1993): "¿Sabe geometría el martín pescador? Hacia una concepción psicológica del conocimiento humano", Estudios de Psicología, nº. 50, pp.89-106.

Eccles, J. y Zeier, H. (1985): El cerebro y la mente, Barcelona, Herder.

Edelman,  (1992): Biologie de la conscience, París, Odile Jacob.

Lipton, B. (2010): La biología de la creencia, Madrid, Gaia Ediciones (The biology of belief, 2005).

Miret, S. (2019): Biología cuántica, Madrid, CSIC.

Morales, A. y González, J.C. (2022): Los formantes figurativos de Greimas y la biosemiótica, Revista Chilena de Semiótica, agosto 2022, 

Morin, E. (1986): La méthode: 3  La connaissance de la connaissance, París, Seuil.

Penrose, R. y Hameroff, H. (1994): Shadows of the Mind: A Search for the Missing Science of Consciousness, Oxford University Press.

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