miércoles, 8 de abril de 2015

¿Una nueva psicosfera?

En la segunda mitad del siglo XX, al avance en las comunicaciones y en la investigación científica hubo que sumar el papel preponderante de la tecnología informática.
    “El computador hizo una entrada triunfal en el mundo hacia 1950. Su poder de análisis sin precedente y su capacidad para difundir un abanico de datos extremadamente variados en cantidades fabulosas y a una velocidad que desafía la imaginación han hecho de él la fuerza principal que preside a la última aceleración en el desarrollo de la ciencia. Gracias a él y a otros instrumentos cada vez más eficaces para explorar el universo invisible que nos rodea, nuestros conocimientos se multiplican a una velocidad que corta el aliento.” (Toffler, "El choque del futuro", p.43).
Tal aceleración no puede sino perturbar al hombre y afectarlo psicológicamente.
    “En nuestra sociedad «saber es cambiar» -y la adquisición más y más rápida del saber, al alimentar el motor de la tecnología, conlleva la aceleración del cambio. (...) La cadencia cada vez más rápida del cambio es al mismo tiempo una fuerza psicológica. Aunque la psicología, hasta hoy, la haya casi totalmente ignorado, destruye nuestro equilibrio interior y modifica nuestra actitud ante la vida. La aceleración exterior se traduce por una aceleración interior. Para sobrevivir, para escapar de lo que hemos llamado el shock del futuro, el individuo debe hacerse infinitamente más dúctil y más competente que nunca antes.” (ibidem, pp.44 y 46).
Las comunicaciones y el vertiginoso desarrollo del conocimiento llevan a un mundo diferente del que hoy conocemos.
    “Se está formando una nueva civilización. Pero, ¿dónde encajamos nosotros en ella? Los cambios tecnológicos y las agitaciones sociales actuales, ¿no significan el fin de la amistad, el amor, el compromiso, la comunidad y la solicitud hacia los demás? Las maravillas electrónicas del mañana, ¿no harán las relaciones humanas más vacías y distantes de lo que son hoy?” (Toffler, "La tercera ola", p.353).
Estas son las preguntas con las cuales Toffler introduce sus reflexiones acerca de “la nueva psicosfera”. La era industrial tuvo su propia infosfera y, ligada a ella, su “psicosfera”. Pero, prueba que los cambios afectan a la psiquis, desde los años setenta se han creado y difundido miles de “terapias” para reintegrar la personalidad. El recuento que hizo Toffler de esta tendencia está refrendado por la experiencia y los estudios de psicólogos y psiquiatras, algunos de los cuales -como Lola Hoffman, en Chile- tienen plena conciencia de que estos fenómenos están ligados a una nueva etapa evolutiva de la humanidad:
    “Teilhard de Chardin no alcanzó a ver con sus ojos la explosión de conciencia que se produce en estos momentos, acelerada vertiginosamente debido al progreso de la técnica en el terreno de las comunicaciones. Sin proponérselo, los científicos y técnicos lograron el milagro de la simultaneidad en el planeta. Una aldea global cuyos habitantes conocen, en el momento de producirse, lo que ocurre en todas partes. La conciencia se expande así a una velocidad impredecible. (...) Desde hace unos veinte a treinta años, dice Lola Hoffmann, el número de personas que quieren ser personas, es decir, tener una vida significativa y llena de sentido positivo, aumenta en progresión geométrica. Esto se manifiesta en una vida mejor, en todos los planos.” (Sierra, "Sueños. Un camino al despertar", pp.191-192).
Pero el futuro de la humanidad, acelerado por la tecnología, podría llevar a un tipo de noosfera muy diferente de la que Teilhard, McLuhan y Toffler pudieron imaginar. (Ver próximo post.)

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