viernes, 14 de julio de 2017

¿Hacia la extensión artificial de nuestro cerebro?

Ceder nuestros procesos de reflexión a las herramientas de la inteligencia artificial es una oferta tentadora pero también significa rendirnos a la digitalización y “operar” a través de máquinas. Podemos admitir que las nuevas tecnologías pasen a ser extensiones de nuestros propios órganos – de percepción y producción –, pero no hay razón que pueda justificar que reemplacen las funciones más elevadas de nuestro cerebro. Nuestra mente no puede ser digitalizada pero, lamentablemente, podría ser esclavizada.

Deberíamos recordar para qué queremos el conocimiento. La función principal del conocimiento consiste en asegurar nuestra adecuada adaptación al medio ambiente en que nos desempeñamos. Ésta es la razón vital, biológica. Pero existe una razón más profunda y es la de nuestro desarrollo integral como persona.

Saber más es, según Teilhard de Chardin, el camino para “ser más” y en ello se juega el futuro del Hombre: 
“El porvenir del mundo está vinculado a cierta unificación social humana, que depende a su vez, en último extremo, del pleno juego, en nuestros corazones, de ciertas atracciones hacia el ser-más, atracciones sin las cuales toda ciencia, toda técnica, se deshacen sobre sí mismas.” (1967, p.169).
“Saber para ser” es la razón última de las comunicaciones y de la investigación. Pero no todos tienen conciencia de ello. Y en esto se diferencia, esencialmente, el pensamiento teilhardiano del pensamiento de Toffler y de otros estudiosos de los actuales cambios culturales, para quienes “saber es poder”, lo cual podría llevarnos a la “Tecnópolis” que denuncia Neil Postman. No podemos permitir que la tecnología se vuelva totalitaria. El progreso humano no reside en la acumulación – cada vez mayor – de datos. La última palabra no puede ser dejada a quienes pretenden ser los nuevos “dueños” de este poder sino que ha de distribuirse pacíficamente a todos.

El fin de la comunicación no es, por esencia, la acumulación del conocimiento sino la realización del “ser en sociedad”, donde el diálogo y la entrega de sí-mismo es esencial. A decir del biólogo Humberto Maturana, no solo tenemos una tendencia innata a recolectar todo lo que podamos, sino también una tendencia innata a compartir. Y la “mirada del otro” es determinante para “convencernos” de actuar de este modo (Maturana, 1990, p.80). Este autor coincide plenamente con Teilhard de Chardin cuando escribe que la historia de los homínidos es por esencia una historia basada en el compartir. Y agrega que “el espacio social surge bajo la emoción de aceptación del otro, bajo el amor y cada vez que eso se acaba, se acaba la dinámica social” (Maturana, 1990, p.95).

Las NTIC nos ofrecen una nueva oportunidad para ampliar nuestras relaciones humanas. Las redes sociales son una oportunidad para conservar el carácter humano de las comunicaciones, pero sólo si logramos evitar que sean manipuladas para otros fines. 

Como dice Manuel Castells “La nuestra es una sociedad red, es decir, una sociedad construida en torno a redes personales y corporativas operadas por redes digitales” (Castells, 2014, p.139). Y el hombre actual, al menos para el 40% de la humanidad con acceso a las tecnologías digitales, se encuentra inserto en esta trama. Consciente gracias a su sistema nervioso (red de neuronas), comunicado con otros e informado gracias a la red de redes, es un “hombre-red”, pero es ante todo un Ser Humano y no un ser digital. Y el ser humano es a la vez físico, biológico, psíquico, cultural, social e histórico. Es una unidad compleja que está completamente desintegrada no solo en la red sino también, como señala Edgar Morin, en la educación a través de las diversas disciplinas, lo cual imposibilita aprender lo que significa ser “humano”. “Hay que restaurarla de tal manera que cada uno desde donde esté tome conocimiento y conciencia al mismo tiempo de su identidad compleja y de su identidad común a todos los demás humanos.” (E.Morin, 2011).

Referencias
Castells, M. (2008): “Comunicación, poder y contrapoder en la sociedad red (II). Los nuevos espacios de la comunicación”, Telos, n°75, abril-junio 2008
Maturana, H. (1990): Biología de la cognición y epistemología, Temuco (Chile), Universidad de la Frontera.
Morin, E. (2011): Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, París, Unesco.
Teilhard de Chardin, P. (1967): La activación de la energía, Madrid, Taurus.

Extracto de mi libro "¿Ser digital o ser humano?"
INCOM-Chile, 2015. PDF

martes, 18 de abril de 2017

Sobre las limitaciones de la prospectiva

Ray Kurzweil es uno de los más importantes "profetas" de hoy, anunciador de la "singularidad", en que el ser humano dejará de ser la entidad biológica que somos hoy para transformarse en ciberorganismo. Está tan seguro de la evolución biotecnológica que propone fechas y plazos: después del 2020, “la vida humana se transformará en forma irreversible” y los seres humanos trascenderán las “limitaciones de sus cuerpos y cerebros biológicos”, la prueba de Turing de IA quedando superada por las máquinas para el 2029 (Wired, 4/12/2014).
"La [nueva] quinta era permitirá que nuestra civilización humano-máquina trascienda las limitaciones de las tan solo cien billones de conexiones extremadamente lentas del cerebro humano. (...) A mediados del siglo XXI los humanos podrán expandir su pensamiento sin límite.” (Kurzweil, pp.22 y 372).

Otros científicos también hacen predicciones basadas en la evolución de la ciencia y la tecnología en los últimos dos siglos. A todos ellos hay que recordarles que la historia pocas veces ha avanzado de acuerdo a los pronósticos del momento, como bien recuerda Y.N.Harari. Aquí algunos extractos de su libro "De animales a dioses" (pp.266-267).
"Una regla básica de la historia es que lo que en retrospectiva parece inevitable no lo era en absoluto en la época. Hoy en día, la situación no es distinta. ¿Hemos salido ya de la crisis económica global, o lo peor está aún por llegar? ¿Continuará China creciendo hasta convertirse en principal superpotencia? ¿Perderá Estados Unidos su hegemonía? ¿Es el repunte del fundamentalismo monoteísta la oleada del futuro o un torbellino local de poca importancia a largo plazo? ¿Nos estamos encaminando hacia el desastre ecológico o hacia el paraíso tecnológico? Pueden ofrecerse buenos razonamientos a favor de todos estos resultados, pero no tenemos manera de saberlo con seguridad. Dentro de unas décadas, la gente mirará hacia atrás y pensará que las respuestas a todas estas preguntas eran evidentes.
Es importante subrayar que posibilidades que a los contemporáneos les parecían muy improbables a menudo son las que se materializan.
No es que todo sea posible. Las fuerzas geográficas, biológicas y
económicas crean limitaciones, pero estas dejan un amplio margen de maniobra para acontecimientos sorprendentes, que no parecen estar restringidos por ninguna ley determinista.
Esta conclusión no es del agrado de muchas personas, que prefieren que la historia sea determinista. El determinismo es atractivo porque implica que nuestro mundo y nuestras creencias son un producto natural e inevitable de la historia. De ahí que sea natural e inevitable que vivamos en estados-nación, que organicemos nuestra economía según principios capitalistas, y que creamos fervientemente en los derechos humanos. Reconocer que la historia no es determinista es reconocer que es solo una coincidencia que la mayoría de la gente crea hoy en el nacionalismo, el capitalismo y los derechos humanos.
La historia no se puede explicar de forma determinista y no se puede predecir porque es caótica. Hay tantas fuerzas en juego y sus interacciones son tan complejas que variaciones extremadamente pequeñas en la intensidad de las fuerzas y en la manera en que interactúan producen grandes diferencias en los resultados."

"Una revolución predecible no se produce nunca", agrega, refiriéndose al campo político: las medidas preventivas la harían imposible. Una revolución tecnológica es en esencia impredecible: depende de un descubrimiento o un invento que, por definición, ocurre de manera inesperada. Y frente a los anuncios de una eventual inteligencia artificial que superaría a la humana, está claro que sería muy diferente y ya se trabaja en posibles medios de control.

¿Significa lo anterior que se ha de descartar la prospectiva? En absoluto; solo significa que hay que ser más prudente con ella. Visualizar el futuro más cercano puede ser relativamente fácil, analizando -por ejemplo- los proyectos de las principales empresas. Pero también es fácil equivocarse, especialmente al basarse sobre estadísticas generales, como por ejemplo en el caso de transferencias de empleos como resultado de la robotización. En el sector tecnológico, es fácil entender que la adaptación podría hacerse cada vez más difícil. Como señala The Guardian (15/4/2017): "El número de nuevos empleos para todo el Reino Unido puede ser más alto que el número perdido por [culpa de] la tecnología. Pero eso es poco consuelo para alguien que pierde su trabajo en una planta de automóviles de los Midlands por un robot y descubre que la mayoría de las otras oportunidades están muy lejos, en los bares de café y hoteles de Londres."

La estadística es, sin duda, la principal base de la prospectiva si las proyecciones se hacen sobre la base de series históricas, vía extrapolación de tendencias. Pero sería un error proyectar la variable del tiempo sobre la base de la evolución de los períodos pasados. Se ha demostrado más de una vez que es extremadamente "volátil", como ocurrió con la inteligencia artificial en los años 80, cuando se creía que para el 2005 todos los computadores ya la utilizarían. También sería un error olvidar las "variables intervinientes", que pueden "cambiarlo todo", como los factores políticos y la imprevisible inventiva humana. ¡Cuando se expandió la WWW, a fines del siglo pasado, nadie pudo prever la aparición y el "boom" de las redes sociales! Pero Steve Wozniak es muy arriesgado cuando proclama que Facebook seguiría siendo una de las principales plataformas en 2075 (Gizmodo, 18/04/2017).

Extrañamente, quizás, la estadística sin prospectiva puede ser aún más peligrosa. Considéranse los algoritmos utilizados para el análisis de "big data". Llevan a tomar decisiones sobre la base de cierta visión del momento, categorizar temas y personas, y -consecuentemente- reforzar tales temas, opiniones y conductas por la vía de la repetición. ¿Se detienen alguna vez los analistas a estudiar series históricas? Es tal la cantidad de información que es difícil que ocurra (aunque es muy probable que las mayores empresas -con grandes presupuestos- lo hagan... pero no lo publicarán, porque será "información estratégica").


miércoles, 12 de abril de 2017

Historia antes de la Historia

(Otra advertencia para los defensores irreflexivos de la ortodoxia científica)

D.S. Allan y J.B. Delair encontraron nada menos que 500 relatos del diluvio universal en escritos y tradiciones orales de poblaciones de todos los continentes, calculando que coinciden en situarlo en torno a 9.500 A.C. (Lloyd, p.187). Varias tradiciones (como las de India y de los mayas) consideran que fue la última de varias catástrofes, cada una de las cuales puso fin a una era y una alta civilización, algo que la Historia ortodoxa desconoce.

El diluvio, acompañado de un aumento del nivel de los mares (o del hundimiento de áreas terrestres) dejó múltiples testimonios de construcciones anteriores, generalmente megalíticas, que se han descubierto durante el siglos XX. Un grupo de científicos europeos descubrió en 1977 una pirámide hundida en el Triángulo de las Bermudas (Lloyd, p.176), mientras Pauline Zalitzki y Paul Weinzweig descubrieron otras en la costa este de Cuba en 2001, en lo que parecen ser los restos de una ciudad de varios kilómetros de  extensión. Sus piedras llegan a tener 15 pies de largo y 10 de ancho y parecen pulidas, y algunos megalitos tiene más de 600 pies de largo y 300 de ancho (id., p.178).


Oceanógrafos del Instituto Nacional de Tecnología Oceánica de la India descubrieron en 2002 una ciudad hundida al oriente de Surat, en el golfo de Cambay (Khambhat). El radio-carbono le dió 9.500 años de antigüedad. (Imagen de sonar aquí). Y podría seguir citando otros descubrimientos similares en otros lugares (Se pueden encontrar muchos en el libro de G.Hancock citado al final).


También existen descripciones de un brusco cambio del eje de rotación de la Tierra, que explica perfectamente el descrubrimiento de animales y plantas de zonas templadas congelados en los hielos de Alaska y de Siberia.






El mapa de Oronteus Finaeus (adjunto; mapa completo aquí) y el de Piri Reis (con una proyección central, como si el levantamiento se hiciera desde el cielo y en varios puntos), que datan teóricamente del siglo XV, muestran montañas y ríos en una Antártica sin hielo, mucho antes de que esta fuese "descubierta". ¿Que civilización pudo realizar este mapa y cuando? ¡Debió ser antes del desplazamiento del eje terrestre!


La historia ortodoxa no ha integrado estos descubrimientos, a pesar de que abundan. ¿Por que? Porque las teorías tienden a perpetuarse como todos los memes, explica la psicóloga Susan Blackmore, profesora visitante en la Universidad de Plymouth. [El meme es una unidad de información (o instrucción conductual) almacenada en un cerebro y transmitida por imitación de un cerebro a otro.] Los complejos de memes incluyen los cultos, los sistemas políticos, los sistemas de creencia alternativa, y las teorías y paradigmas científicos.
"Los memes que consiguen ser repetidos, generalmente se impondrán sobre los que no lo logran. (...) En un sentido muy real no son en absoluto “nuestros” pensamientos. Resultan ser simplemente los memes que explotan exitosamente nuestra maquinaria cerebral en este momento. [...] Una vez has sido infectado por estos complejos de memes, es difícil desprenderse de ellos", dice.
Y aunque la ciencia se basa en herramientas para poner a prueba las hipótesis, "no siempre se mantiene a la altura de estos ideales" agrega Blackmore.

Referencias:
Hancock, G.: Underworld - The Mysterious Origins of Civilization, Three Rivers Press, New York, 2002.
Lloyd, E.: Voices from Legendary Times, iUniverse, Lincoln (NE), 2005.
Blackmore, S.: Despertando del Sueño del Meme, Dharma, No 1, 2005, p 21-9, http://www.susanblackmore.co.uk/Translations/WakingSpanish.htm